El retablo de la Inmaculada Concepción (antiguo de la Dolorosa) del convento sevillano del Santo Ángel de la Guarda presenta numerosas similitudes con el retablo mayor del templo, en su composición general, así como en la decoración particular en columnas y zonas planas, pudiéndose realizar hacia 1860.

El retablo se resuelve a modo de gran medio punto con banco que incluye la mesa de altar, ahora empotrada, cuerpo con columnas de orden compuesto que alberga hornacina central con columnas toscanas. En el ático un gran resplandor con el anagrama de María, escoltado por dos angelotes sentados de la misma cronología.

Este altar da culto a la Inmaculada Concepción, una obra barroca del escultor e imaginero sevillano Pedro Duque Cornejo (1743) realizada para el desaparecido convento hispalense Casa-Grande de San Francisco, concebida para ser procesionada y, por tanto, cuidada en todos sus detalles.

El retablo estaba a cargo de la Asociación de Hijas de María Inmaculada y Santa Teresa, establecidas en el Santo Ángel el 15 de septiembre de 1908 por deseo del cardenal Spínola para rendir culto a la Inmaculada donada para este convento. Tenían su sede en la Parroquia del Sagrario. Se agrupaban mediante coros por parroquia en número de 33 y celebraban magníficos cultos a la Inmaculada, cuyos ornamentos aún se siguen utilizando hoy, y a Santa Teresa. Se sigue celebrando los cultos cada año con triduo a la Virgen de la Salud.

Respecto a su autoría y características técnicas, se atribuye a Balbino Marrón (arquitectura lignaria) y Juan Bautista Petroni (esculturas). Su estilo es neoclásico y sus dimensiones son 790 x 400 x 100 cm. Realizado en madera tallada, encolada, estucada, policromada y dorada.

Su policromía no es la original, ya que, como informamos en su momento (ver enlace), unas pruebas de restauración dieron a conocer sus tonalidades azuladas originales, ocultas bajo un repinte generalizado. Se efectuaron un examen organoléptico, un estudio fotográfico y las pruebas necesarias para tal fin.

Entre los meses de mayo y septiembre del presente año 2021 ha tenido lugar la restauración integral de este retablo que figura en el presbiterio de la iglesia conventual. Los trabajos han sido realizados por Manuel Antonio Ruiz-Berdejo Cansino y Antonio Díaz Arnido, ambos  licenciados en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla (US), y especialistas en restauración y conservación de obras de arte.

Desde el primer momento en el que se plantea la intervención restauradora, se estableció una comisión de seguimiento de los trabajos compuesta por la propia comunidad de carmelitas descalzos que regenta el templo, encabezada por su prior Juan Dobado (OCD), doctor en Historia del Arte.

El proceso de intervención constó, tras los citados exámenes, estudios y pruebas, de la fijación preventiva, eliminación de la suciedad superficial, usando para ello brochas planas de cerdas suaves y aspirador, y limpieza química y mecánica, para lo cual se hicieron pruebas de solubilidad y catas en zonas estratégicas de la obra. Mediante dichas labores de limpieza, se procedió a la eliminación del barniz oxidado y del repinte generalizado que presentaba la obra, y que la desvirtuaba por completo a nivel estético e iconográfico.

A continuación se procedió a la consolidación, estucado y enrasado del soporte, y a la reintegración cromática de las lagunas de color mediante el empleo de procedimiento al agua y, posteriormente, retoques con pigmentos al barniz. Se han seleccionado y justificado distintos criterios de reintegración cromática, en función de las distintas zonas de la obra y de la funcionalidad cultual de la misma.

Por último, se ha realizado un proceso final de protección mediante la aplicación de barniz de retoque de elaboración propia, ajustando los brillos. Los criterios seguidos por Ruiz-Berdejo y Díaz Arnido han siempre de máximo respeto al original, compatibilidad de materiales, mínima intervención y reversibilidad.