FLAGELLAVIT (VII)
CANARIAS
José Guillermo Rodríguez Escudero
Los cuatro Evangelistas mencionan el episodio de la Flagelación, pero limitándose a decir que Jesús fue azotado, o simplemente "castigado" en el caso de San Lucas, sin agregar que fue atado a una columna. Según Louis Réau en su famoso estudio Iconographie de l'Art Chrétien, "no se puede citar otro ejemplo de una gran flagrante desproporción entre el laconismo de los textos y la prodigiosa riqueza de la imaginería que produjo". Por aquel entonces, se desgarraba a los condenados a latigazos antes de ejecutarlos. Era un medio que tenían para arrancarles declaraciones en una época en la que aún no se había perfeccionado la técnica de las confesiones espontáneas. Se ha pretendido -siguiendo con las investigaciones de Réau- "que en el espíritu de Poncio Pilatos, la Flagelación no tenía como objetivo atormentar a Jesús, a quien el gobernante romano creía inocente; sino, por el contrario, salvarle la vida intentando apiadar a los judíos". De hecho, el látigo siempre era el preludio de la Crucifixión, como lo atestiguaban el filósofo alejandrino Filón y el historiador judío Flavio Josefo. En Santa Cruz de La Palma -capital de la Isla de la Palma, perteneciente a la provincia de Santa Cruz de Tenerife del Archipiélago Canario- se conserva una talla procesional cuyo autor fue Andrés Falcón San José, quien la esculpió a mediados del siglo XIX. La venerada imagen gira suavemente su torso hacia los fieles para mostrarles las 30 heridas abiertas y sangrantes que presenta su cuerpo, fruto del tormento de la Flagelación. Son enormemente expresivos sus grandes ojos marrones, almendrados y tristes, de mirada perdida y ensimismada. El perizoma, de dobleces perfectas, muestra surcos empapados de la sangre que corre por su cuerpo. El tamaño de la columna hexagonal de mármol negro jaspeado, a la que está atado con retorcidas cuerdas, le obliga a realizar una forzada postura. Los largos cabellos oscuros caen sobre la doblada espalda en ondulada cascada. De los entreabiertos labios, que sobresalen entre una barba y bigote perfectamente esculpidos, se desprende una gota de sangre, al igual que de sus ojos y su frente, y aún más de sus codos y sus rodillas. Un realismo dramático destinado a paralizar instantáneamente al comprometido observador. En otra importante ciudad canaria, La Orotava, recibe culto otra escultura de carácter procesional, de origen sevillano y perteneciente a la producción del taller de Pedro Roldán (imagen inferior izquierda). También es de procedencia sevillana la imagen del Atado a la Columna de Icod de los Vinos, que llegó a la localidad el 11 de abril de 1772 y se halla atribuida a Benito de Hita y Castillo (imagen inferior derecha). |
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