Gracias a la restauración efectuada por Mauricio López Madroñero en 1993, bajo los auspicios de la Dirección General de Bienes Culturales, se pudo rescatar esta interesante imagen del estado de abandono y deterioro al que estuvo sometida durante unos 40 años en la actual Basílica de María Auxiliadora.

De gran valor histórico y artístico, fue el primer titular de la sevillana Cofradía de las Cigarreras. Procesionó por primera vez en 1569, y fue reemplazado en el año 1602 por otra talla que durante mucho tiempo se adjudicó al artista Amaro Vázquez y se conserva en los salones privados de la cofradía.

El autor de la obra que describimos es Juan Giralte (1565), escultor e imaginero hispano-flamenco que, al igual que Roque Balduque, trabajó en el Reino de Sevilla durante el segundo tercio del siglo XVI. De este artista es un retablo, procedente de la Iglesia de Santa Catalina de Aracena (Huelva) y conservado hoy en el Museo de Bellas Artes de Sevilla tras pasar por el Museo Arqueológico de Madrid, que alberga un relieve de Jesús Atado a la Columna entre San Juan y San Pablo muy semejante a la imagen que estudiamos. También se considera obra del círculo de Giralte el Crucificado que preside el Panteón de Sevillanos Ilustres.

En torno a los años 50, la imagen trinitaria del Cristo de la Columna fue inexplicablemente trasladada de su templo a una húmeda habitación de los altos del inmueble, donde permaneció en las peores condiciones de conservación. Cuando Madroñero procedió a repararla estaba en un estado lamentable: le faltaban los pies, tenía todos los ensambles abiertos, parte de la policromía perdida y estaba plagada de insectos.

Por suerte, se hizo un gran trabajo, aunque se advirtió que de no haberse tratado de una talla esculpida en buena madera de cedro, el abandono y la humedad la hubieran echado definitivamente a perder. Así mismo, López Madroñero afirmó que la obra había sido intervenida anteriormente, posiblemente en el siglo XVIII, para eliminar la corona de espinas de su cabeza y retallar el cabello con el fin de colocarle peluca postiza.

A la misma cofradía hispalense de las Cigarreras pertenece la imagen de Jesús del Dolor, excelente obra labrada en el año 1916 por el escultor e imaginero Joaquín Bilbao que salió en estación de penitencia de 1916 a 1937, y volvió a salir, por última vez, en 1973. Tallada en madera de pino de Flandes policromada, mide 187 cm de alto y en ella se aprecia la posición forzada del cuerpo de Cristo que, al tener las manos cruzadas detrás de la espalda y atadas en corto a la argolla que sobresale en la zona superior de la columna, le obliga a adelantar la cabeza y el tórax, y a doblar las piernas, en este caso con el pie izquierdo adelantado.

La cabeza un poco erguida, muestra un rostro con la vista hacia abajo, que señala el dolor y la tristeza. El tórax, en posición inclinada hacia delante, muestra el dominio de la anatomía humana de Joaquín Bilbao, ya que en él se conjugan, en su lugar preciso, huesos y músculos. La túnica, en rojo cardenalicio y dorado, arrancada, pende de su cintura y cae sobre la columna, de color pardo veteado en amarillo, que tiene base circular sobre plinto cuadrado, y también delante de las piernas llegando a los pies.

La sangre producida por los azotes le cae igualmente a lo largo del cuerpo. La cuerda con su trenzado y nudos que le ata las manos, rodea la columna y un cabo cae a lo largo de ella.

En la provincia encontramos dos maravillosos simulacros: el Atado a la Columna de Utrera (imagen inferior izquierda), obra de Benito de Hita y Castillo (1759-1760), autor también de las figuras del retablo que lo cobija, labrado por Julián Jiménez, y el Cristo de la Sagrada Columna y Azotes de Écija (imagen inferior derecha), talla anónima fechada en el último tercio del siglo XVI.