EL GRECO. IV CENTENARIO (XVI)
EL EXPOLIO
Con información de Max Doerner
Considerada la primera gran obra de El Greco, preside el altar de mármoles, añadido en el siglo XVIII, que se halla en el enorme salón de la sacristía de la Catedral de Toledo, dedicada a usos museísticos. En el cuadro, Cristo está representado de pie entre el capitán romano y su esbirro en el momento en que éste le despoja de sus ropas. En el primer plano aparecen como medias figuras las dos Marías y el muchacho que perfora el madero de la cruz. Al fondo están representados los dos ladrones, los judíos y los soldados. El despojo de Cristo antes de la Crucifixión está descrito en el evangelio apócrifo de Nicodemo: "y cuando llegaron al lugar, lo desarroparon y lo cubrieron con unas enagüillas de lino". La famosa representación de la escena por parte de El Greco es relativamente inusual y la libre concepción de este tema tan tratado en la Edad Media no encuentra parangón en el arte europeo. Igualmente, la extraordinaria divergencia que poseen sus dimensiones (285 x 173 cm en la primera versión) se encuentra por delante de todas las demás. Pintado el Expolio por tanto con plena independencia iconográfica, entre las siniestras cabezas de perversas expresiones, de su amplia túnica, que es una llamarada roja interrumpida por la delicadeza de una elegante mano, surge la cabeza de Cristo, "la imagen más noble y más augusta que ha creado el arte" según Rufino Miranda. En sus inmensos ojos El Greco aplica, con su efecto que le sobrevivirá, una técnica casi única: una pincelada vertical en blanco sobre el área pupilar y hacia abajo, que provoca la sensación de lágrimas. El espacio tradicional se comprime para transmitir el acoso físico y moral que padece el protagonista. Según Kitaura esta obra maestra de la catedral toledana está bajo la influencia del Nacimiento de Venus de Botticelli y tiene como antecedente inmediato el Expolio de Almorox pintado por Juan Correa de Vivar. Sin embargo, el antecedente italiano de la célebre pintura catedralicia es la gran tabla con la misma iconografía de Francesco de Giorgio Martini, cuyo Cristo, ya casi desnudo, pertenece claramente al tipo femenino de Botticelli, anticipándose al mismo tiempo a la Leda vinciana en su contraposto. Aquí también aparecen las tres Marías con el San Juan Evangelista en el lugar de la Pasión. El Greco debió conocer este antecedente. En 2013 fue intervenida por Rafael Alonso, restaurador del Museo del Prado, quien reintegró y consolidó cromáticamente levantamientos y pequeñas pérdidas en el borde inferior y realizó una limpieza que recuperó el equilibrio de las luces y las sombras mejorando las relaciones espaciales y cromáticas y, con ello, la visión global de la obra. La restauración comprobó que el pintor no realizó cambios sustanciales en la composición inicial, lo que indica que El Greco concibió una idea general cuidadosamente trabajada de antemano; que la construcción de la pintura se llevó a cabo a partir de una mancha o esbozo general realizado con pincel y con pigmentos muy diluidos, luego concretados a través de toques más precisos y decisivos -que modelan la cabeza de Cristo con delicadas pinceladas entrecruzadas; mientras que las de los personajes del fondo quedan casi esbozadas, explícitamente difuminadas o sugeridas mediantes atrevidos golpes de color-; que las pequeñas superposiciones y rectificaciones -únicamente algunas en torno a la figura de Cristo y en el madero- detectadas son propias de una composición de grandes dimensiones, y que El Greco trabajó sobre una tela cuyos hilos dibujan formas romboides, un tipo de lienzo denominado "mantelillo" muy utilizado en la pintura veneciana. Se conocen varias réplicas y copias de esta singular tela pintada entre 1577 y 1579, caso de la que se conserva en la Alte Pinakothek de Múnich (imagen inferior). Wethey ordenó un total de quince obras con el tema, además de un grupo de cuatro copias de medio cuerpo. En cinco de esas composiciones vio la intervención directa de El Greco, y las diez restantes las incluyó entre las producciones del taller o como copias posteriores. |
FUENTES: KITAURA, Yasunari. El Greco: Génesis de su Obra, Madrid, 2003, pp. 42-43; MIRANDA CALVO, Rufino. Toledo. Arte e Historia, Toledo, 1987, p. 86; AA.VV. "El Greco", en La Plenitud del Renacimiento Hispánico, Barcelona, 1996, p. 174; con información del Museo Nacional del Prado de Madrid. |
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