Muy bien documentadas están las frecuentes estancias del pintor Joaquín Sorolla (Valencia, 1863 - Cercedilla, Madrid, 1923) en la ciudad de Sevilla. Y es de sobra conocido que Sorolla, sobre todo a raíz de la construcción de su casa en Madrid (empezada en 1909 con proyecto del arquitecto Enrique María de Repullés y terminada en 1911), compró numerosas obras de arte en diferentes anticuarios de España.

En Sevilla el famoso artista valenciano busca y compra joyas antiguas, además de adquirir piezas cerámicas para esa casa en construcción. Es interesante asimismo la afición de Sorolla a piezas escultóricas de época: obras pétreas para la decoración del patio y obras en madera para el interior. Adquiere piezas muy destacadas tanto clásicas como medievales, renacentistas y barrocas.

En la sección de escultura del Museo Sorolla (su antigua casa en Madrid a la que hemos hecho referencia) se cataloga una pequeña imagen de la Virgen Dolorosa como probable obra de un artista andaluz del siglo XVIII. Está realizada en madera y lienzo estofados y policromados. Se presenta arrodillada sobre un cojín, entrelaza las manos, al tiempo que alza la mirada en actitud suplicante, muy realista y con gran fuerza dramática. El rostro está adornado con una pequeña toca blanca. Viste túnica con cinto y manto azul con cenefa dorada.

En opinión del historiador y restaurador Jesús Porres Benavides, esta obra sin duda tenemos que ponerla en relación con Cristóbal Ramos, que sintió una predilección especial por las imágenes de pequeño formato y cultivó incesantemente la temática mariana (en especial, las advocaciones del Rosario y del Carmen), contribuyendo a consagrar en el contexto hispalense la iconografía de la Dolorosa arrodillada con las manos entrelazadas, cuyo prototipo parece seguir.

La imagen del Museo Sorolla, por su pequeño tamaño (33 x 27 x 21 cm), podría ser, según Porres Benavides, un modelo para enseñar a los clientes o bien una imagen devocional de pequeño formato. En cuanto a la policromía de esta Virgen Dolorosa, es de colores lisos, azul-grisáceo en la túnica y azul oscuro en el manto. Solamente una cenefa con la lazada y motivos de flores en dorado que alivian esa sensación de austeridad.