Grupo de pequeño formato labrado en terracota y telas encoladas y policromadas, que el reconocido historiador del arte sevillano José Roda Peña considera como obra indudable de su mano, y que se encuentra situado en una hornacina del retablo-tribuna del lado del evangelio del crucero de la Capilla de San José, representando el Tránsito de San José asistido por Jesucristo y la Virgen María.

En un inventario de 1933 ya aparecía esta escena atribuida a Cristóbal Ramos. Así lo recoge Fernando Cruz Isidoro en su publicación sobre la capilla. Ramos parece haberse inspirado a la hora de componer iconográficamente el conjunto, tan inusual en la plástica escultórica sevillana, en un conocido pasaje del relato apócrifo "Historia Copta de José el Carpintero", extraído de su capítulo XIX.

Tres son los protagonistas del conjunto, y en todos ellos se percibe con claridad la delicadeza gestual propia del quehacer de Ramos y la plasmación de las fisonomías más habituales en su producción autógrafa. Jesús se inclina amorosamente sobre el lecho donde yace su anciano padre agonizante, a quien sostiene la testa para musitar junto a su oído palabras consoladoras en este convulso trance hacia la vida eterna.

En pie, junto a la cabecera del moribundo, vemos a su esposa María, que llora amargamente, derramando abundantes lágrimas que seca en un largo pañuelo que sostiene en su mano derecha, al tiempo que con la izquierda se recoge el manto que, cayendo desde su cabeza, se tercia en diagonal por el frente de la figura.

Según Roda Peña, la década de 1770 se ajusta bastante bien con la posible datación del Tránsito de San José, así como con la del Nacimiento situado enfrente, también de pequeño formato y modelado en terracota y telas encoladas y policromadas. Este último fue muy intervenido por Sebastián Santos tras los destrozos sufridos en 1931. El escultor onubense restauró la Virgen, rehízo la figura de San José y labró un nuevo Niño Jesús.

Roda Peña también atribuye a Ramos las esculturas de las portadas de la capilla, en terracota sin policromar: San José con el Niño y San Joaquín (esta última en la sacristía, habiendo sido reemplazada en el exterior por una copia de Jesús Curquejo), los medallones de San Juan Bautista, San Fernando, San Hermenegildo y el gran relieve de los Desposorios de la Virgen y San José, flanqueado por San Pedro, San Pablo y dos virtudes.