En la sacristía del templo parroquial dedicado a San Esteban en la localidad riojana de Soto en Cameros, se conservan tres piezas, de las que al menos dos también pueden ser atribuidas con fundamento al escultor sevillano Cristóbal Ramos. Se trata de un Calvario, compuesto por un Crucificado y la Virgen a los pies, y de una imagen de la Dolorosa, cuyas características formales difieren, sin embargo, notablemente de la producción hasta ahora conocida del artista sevillano. 

Tras el fallecimiento de don Juan Josef Pablo, fundador de la segunda Escuela de Cristo de Sevilla, la de la Anunciación, en la capilla de los Portugueses del convento Casa Grande de San Francisco, su hermano Francisco Xavier, también perteneciente a la Escuela de Cristo e igualmente residente en Sevilla, quedó encargado de ejecutar el testamento. De acuerdo con lo establecido en dicho documento notarial, en 1815 remitió para la parroquia de Soto una suma de 3.000 reales y diversas pertenencias de su difunto hermano, entre ellas este Calvario procedente de la Santa Escuela de Cristo.

La cruz, con una altura total de 150 cm, siendo el ancho de sus brazos de 85 cm, se inserta en un monte Calvario, en el que igualmente se acomoda la imagen de la Virgen. La imagen del Cristo, de papelón, que mide 78 cm de alto y 67 cm de envergadura de los brazos, guarda bastante semejanza con el del monasterio sevillano de Santa Paula, atribuido también a Cristóbal Ramos.

La Virgen, con unas dimensiones de 65 x 65 x 30 cm, está conformada por un armazón revestido de telas encoladas, siendo la cabeza de barro y las manos de pasta de madera. Con una composición marcadamente piramidal, destaca así mismo el riquísimo estofado, si bien la suciedad le priva del efecto de magnificencia que una adecuada restauración le puede devolver.

Respecto a la otra pieza mencionada de Soto en Cameros (imagen inferior), no atribuible a Ramos pero sí a algún artista de su entorno, se trata de otra imagen de la Dolorosa cuya principal característica es la fisonomía de la Virgen, representada con rasgos propios de la edad notablemente adulta, casi anciana. Por lo demás, se trata de una imagen de 96 x 55 x 30 cm, con cabeza de terracota y manos de madera. Los vestidos han sido realizados con telas encoladas, siendo su policromía de colores lisos y, desde luego, mucho menos rica que la de las obras atribuidas a Ramos. Por el momento, no resulta posible realizar una adscripción más precisa.