MATER DOLOROSA - CRISTÓBAL RAMOS
DOLOROSA (OSUNA)
José Luis Romero Torres y Pedro Jaime Moreno de Soto (15/09/2020)
Foto: Pedro Jaime Moreno de Soto |
El patrimonio histórico de Osuna posee elementos singulares del siglo XVI, que reflejan el esplendor de la ciudad en la época de los Condes de Ureña y Duques de Osuna y que han consolidado a esta urbe como un paradigma del Renacimiento español. No obstante, la configuración actual se debe en gran parte al esplendor barroco del siglo XVIII, tanto en su imagen urbana como en la decoración interior de sus edificios religiosos. Del bagaje artístico barroco de Osuna destacamos los retablos y las esculturas que fueron realizados por artistas foráneos que residieron permanente o temporalmente en la villa ducal, algunos de procedencia extranjera, especialmente italianos, otros de focos artísticos cercanos, como Écija y Antequera, y otros provenientes de grandes ciudades como Sevilla, Málaga y Granada. A lo que hay que sumar la importación de obras extranjeras, entre las que cabría destacar las imágenes adquiridas en talleres italianos y donadas por devotos o devotas adineradas, como los conocidos Niños napolitanos. Al parecer, nunca existió un foco artístico consolidado en Osuna. Si acaso hubo cierta producción retablística que abasteció a la localidad y fue demandada por otras poblaciones cercanas, como los retablos de Francisco María de Seba para Morón de la Frontera y de Juan Guerra para Marchena. Del foco sevillano, junto a Jerónimo Balbás cabe destacar al escultor Pedro Duque Cornejo, que junto a su labor en el retablo mayor de la iglesia de San Agustín, dejó otras piezas como son las imágenes de San José con el Niño en brazos del mismo templo y del Museo de Arte Sacro de la Colegiata. Del amplio patrimonio artístico producido durante el Barroco, destacamos varias esculturas del siglo XVIII, que muestran caracteres afines al estilo de Cayetano de Acosta (grupos escultóricos de los retablos laterales del presbiterio de la ermita de San Arcadio) y al de Cristóbal Ramos (Dolorosa arrodillada, iglesia de la Concepción). Esta última obra, conocida también como Virgen de la Soledad, se venera en un retablo de carácter pasionario del referido templo, a los pies de un Crucificado muerto, sobre un manifestador con el pelícano abriéndose el pecho para alimentar a sus crías y flanqueada por dos querubines que llaman la atención del espectador sobre su figura. A los lados del Crucificado aparecen también dos figuras angélicas, arcángeles en este caso, que sujetan los atributos la esponja con la hiel y el vinagre y la columna en la que fue azotado Jesús. El estilo de Ramos se manifiesta sobre todo en el modelado anatómico de la Dolorosa, tanto en los rasgos faciales como en la resolución de las manos con los dedos tomando varios puntos de fuga, muy parecidas a otras obra como el busto del Museo Nacional de Escultura. Una de ellas se recoge sobre el corazón atravesado por el puñal que lleva en su pecho, que es pieza superpuesta de orfebrería al igual que la corona mural. Las esplendorosas telas, ornamentadas con las "ces" y las "costillas" propias del estilo rocalla, muestran una composición algo más movida e irregular de lo habitual, sin por ello olvidar detalles típicos de las indumentarias de Ramos como la larga toca que llega hasta la cintura y un lateral del manto dispuesto sobre el brazo. |
Foto: Pedro Jaime Moreno de Soto |
FUENTES ROMERO TORRES, José Luis y MORENO DE SOTO, Pedro Jaime. "Una cuestión de estética barroca en Osuna", artículo publicado en Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, nº 12, Ediciones de los Amigos de los Museos de Osuna, 2010, p. 82. Con información de Sergio Cabaco. |
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