MARTÍNEZ MONTAÑÉS Y LA ESCUELA SEVILLANA DE ESCULTURA
SAN IGNACIO DE LOYOLA Y SAN FRANCISCO DE BORJA

24/10/2019


 

 

El templo hispalense de la Anunciación, iniciado en 1565, tres años antes del nacimiento de Juan Martínez Montañés, y culminado en 1579, como iglesia de la Casa Profesa de la orden de los jesuitas, fue uno de los grandes instrumentos del manierismo en la ciudad de Sevilla. Se puede decir que en esta iglesia se dieron los primeros pasos hacia el barroco, estilo muy significativo de la capital andaluza.

La conexión del templo con la Universidad de Sevilla (US) viene de largo. Tras la expulsión de los jesuitas en 1767, el Asistente de Sevilla, Pablo de Olavide, propone la Anunciación como sede de la US, ubicada hasta entonces en el Colegio de Santa María de Jesús, para que en 1771, llegase a convertirse en el núcleo de la universidad moderna. Esta cesión, junto a otras que se produjeron en el siglo XX y por la que la US recibió el magnífico retablo de San Juan Bautista del mismo artista (ver enlace inferior), explican la existencia de un importante patrimonio jesuítico y montañesino en la US.

 

 
     
     
 
     
     
San Ignacio de Loyola

 

Según Luque Teruel, el estilo del maestro Martínez Montañés está muy definido por las estructuras regulares; el naturalismo predominante; los estudios anatómicos amplios y rigurosos; la definición de las articulaciones, manos, dedos, nariz; los pormenores de la zona ocular; los ojos almendrados; y el claroscuro de todos los detalles, en especial de los cabellos y los grandes pliegues de los ropajes.

Ese estilo estuvo siempre supeditado al principio naturalista rector, muy intenso en la imagen de candelero de San Ignacio de Loyola (173,5 x 69 x 54 cm), de la Casa Profesa de los Jesuitas de Sevilla, en 1610. El retrato es mucho más sobrio, tanto como el modo de vida y el carácter reflexivo del santo y los miembros de la orden. Martínez Montañés lo talló partiendo de la mascarilla funeraria, procedente de Roma, en posesión de Francisco Pacheco, cuya policromía fue de nuevo fundamental para potenciar la tremenda intensidad naturalista.

 

 
     
     
 
     
     
San Francisco de Borja

 

Respecto a la escultura de San Francisco de Borja (174 x 68 x 51 cm), al igual que la anterior se encuentra en una amplia peana que reposa sobre un pedestal del banco del retablo mayor de la iglesia. Ninguna de las dos formó parte inicialmente de dicho retablo, pero hoy luce con dignidad dentro del conjunto.

Comparte también con San Ignacio, con el que forma pareja, su gran veracidad y el hecho de ser un candelero, con las partes anatómicas esculpidas por Montañés y policromadas por Pacheco. En origen estuvieron vestidas con túnicas bordadas y en la actualidad llevan sotanas de telas encoladas sin ningún interés artístico.

Fue Hornedo quien basándose en el propio testamento de Pacheco y las obras del escultor que policromó para la antigua Casa Profesa de los jesuitas, consideró que el San Francisco es otro trabajo de colaboración entre los dos famosos artistas. Debió realizarse en 1624 con motivo de la beatificación del santo, y conforme a las costumbres de la época presidiría las funciones religiosas organizadas por la compañía en ese templo. Como demanda la iconografía jesuítica, porta una calavera con la mano derecha.

 

 
     
     
 

 

Estas dos figuras fueron muy aplaudidas en los cenáculos y tertulias intelectuales de la Sevilla del XVII. Su valor reside en cómo Montañés supo conjugar el orden y la disposición clásica con el realismo mítico y espiritual, acrecentado por la policromía mate de Pacheco, que emanaba de sus rostros, pudiendo ser consideradas "vera effigies". Las fotografías las muestran en la exposición del templo de la Anunciación con la que la US quiere sumarse a los actos conmemorativos del 450 aniversario de Martínez Montañés. Con la recién acabada restauración del retablo del Bautista, y junto a algunas de las esculturas más destacadas, la Anunciación, y con ello la US, se convierte en uno de los principales lugares montañesinos, y por ende de su época.

La exigencia y la búsqueda de lo excelso en la orden de los jesuitas nos permite, hoy día, disfrutar de las esculturas de San Francisco de Borja y de San Ignacio de Loyola, así como de otro singular conjunto de piezas entre las que se encuentra el relicario de San Francisco Javier en madera tallada, dorada y policromada (79 x 58 x 37 cm), del escultor Juan de Mesa, el discípulo más renombrado de Martínez Montañés, junto al conjunto de relicarios que ahora se muestra y que conforman parte del rico legado de la US.

 

 
     
     
Relicario de San Francisco Javier

 

FUENTES

Con información de la Universidad de Sevilla (US).

LUQUE TERUEL, Andrés. "La importancia (creativa) de Juan Martínez Montañés", artículo publicado en Estudios de escultura en Europa, Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert y Diputación Provincial de Alicante, Alicante, 2017, pp. 426 y 431.

AA.VV. Patrimonio artístico y monumental de las universidades andaluzas, Consejería de Educación y Ciencia. Junta de Andalucía. Universidades Andaluzas, Sevilla, 1992, p. 66.

 

 

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