LAS GLORIAS DE MURILLO (XXIX)
ADORACIONES NAVIDEÑAS
Sergio Cabaco y Jesús Abades
Las preferencias estéticas e iconográficas de Bartolomé Esteban Murillo entroncan con episodios del ciclo navideño como la Adoración de los pastores o la Adoración de los tres Reyes Magos, que repite con variantes, personalmente o en colaboración con el taller, pero conservando siempre el pintor sevillano un aliento y espontaneidad como corresponde al resultado de la verdadera obra de creación. Dentro de los cuadros que tratan la Adoración de los pastores, destaca uno de los dos conservados actualmente en el museo petersburgués del Hermitage (imagen superior). Es obra primeriza de Murillo (hacia 1646-1650) y su autoría despertó al principio dudas entre los expertos. De hecho, en el catálogo de 1958 figuraba como obra de la escuela, pese a que tanto Angulo como Braham insistían en la autenticidad de la obra. No fue hasta en el catálogo de 1976 cuando figuró ya como original del maestro. Las dudas sobre la paternidad artística de Murillo pudieron surgir del empaste, insólito en los cuadros del artista, aunque el craquelado del lienzo, raro en otras obras, es el resultado de una antigua restauración. Estrecho parentesco con dicho cuadro del Hermitage tienen la Cocina de los ángeles (Louvre de París) y, en particular, la Santa Cena (Santa María la Blanca de Sevilla). El gesto del pastor en primer plano del cuadro del Hermitage se parece mucho a la gesticulación del fraile que está en el fondo a la Cocina de los ángeles, así como al ademán de otro personaje que entra por la puerta de la izquierda. Tienen estos cuadros en común un recio contraste de iluminación. Por el tipo de iluminación, a lo que más se aproxima es al cuadro de la Santa Cena, en el que la dura mancha de luz sobre la mesa destaca con tanta fuerza como el pañal del Niño Jesús en la Adoración de los pastores; del mismo modo se reparte en manchas de luz por los rostros de los personajes. Parecidos son igualmente los rostros viriles y la gesticulación de los participantes en el acto. La Adoración de los pastores del Hermitage (197 x 147 cm) recuerda también, por el tratamiento del asunto, a un cuadro del mismo tema del Museo del Prado de Madrid, pintado por Murillo con posterioridad, pero se diferencia de él ampliamente por el formato vertical y, como resultado, por la composición. En ambos la escena nocturna está iluminada por un resplandor cegador que emana del Niño, los tipos populares son sencillos, la figura del pastor en primer plano muestra las plantas descalzas de los pies vueltas hacia el espectador; los pliegues del manto de José son similares y de pie a su derecha aparece un pastor joven. La obra del Hermitage está pintada en la manera del claroscuro, típica de la primera época de Murillo. Respecto a la Adoración de los Magos, tenemos en el Museo de Arte de Toledo (Ohio, USA) un claro testimonio de cómo el artista asimiló el espíritu del arte flamenco del siglo XVII (imagen inferior), puesto que en ella se advierte una clara inspiración en Rubens, concretamente de la pintura de este artista del mismo tema que se conserva en el Museo de Bruselas y que Murillo conocería a través del grabado que la reproducía, obra de Lucas Vosterman (1620). Ello se debe a que, como hemos comentado en varias ocasiones, el estilo del pintor sevillano llegó a su total plenitud en la fecha de ejecución del cuadro del museo de Ohio (hacia 1660-1665), después de superar las tendencias arcaizantes asimiladas durante su proceso de formación, cuando supo incorporar elementos procedentes de la pintura europea contemporánea, especialmente de Italia y Flandes. Murillo ha reducido en su versión (190 x 146 cm) el carácter excesivamente enfático que posee el original de Rubens, eliminando el lujo fastuoso que muestran los personajes integrados en el cortejo real y otorgando a la escena unos niveles narrativos más cercanos a la sencillez y humildad evangélica. Todas las figuras que se integran en la composición muestran actitudes populares y afectuosas reforzando estos sentimientos la presencia de dos pequeños pajes que forman parte de la comitiva, cuyas ingenuas presencias intensifican el cariz amable del episodio; en las figuras de los niños Murillo bien pudiera haber retratado a alguno de sus hijos. |
FUENTES KAGANÉ, Ludmila. La pintura española del Museo del Ermitage siglos XV a comienzos del XIX: historia de una colección, Sevilla, Fundación el Monte, 2006, p. 63. AA.VV. Bartolomé Esteban Murillo, 1617-1682, catálogo de la exposición celebrada en el Museo Nacional del Prado de Madrid (del 8 de Octubre al 12 de Diciembre de 1982) y en la Royal Academy of Arts de Londres (del 15 de Enero al 27 de Marzo de 1983), Madrid, 1982, p. 160. AA.VV. "La pintura andaluza: Cano, Murillo y Valdés Leal", artículo publicado en La pintura española de los siglos XVII y XVIII, vol. 7, Planeta, Barcelona, 1996, p. 168. |
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