Según Pellicer y Rocher la atribución a Francisco Salzillo de esta deliciosa imagen, llamada Niño del Pesebre, está fuera de toda duda. Lo confirma en su opinión la magnífica talla, el tratamiento naturalista de la anatomía propia de los recién nacidos y la fisonomía de un rostro perteneciente a los rasgos característicos usados por el escultor murciano en los angelitos que acompañan algunas de sus realizaciones más notables, como la Dolorosa de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno (Los Salzillos) de Murcia.

Conservado en el Museo del Real Monasterio de Santa Clara, de la localidad valenciana de Gandía, hablamos de un bello ejemplar en el que se advierten las influencias adquiridas por Francisco Salzillo -tanto de su padre Nicolás Salzillo, como de otros maestros extranjeros que, durante sus años de formación, estuvieron trabajando en el área de Murcia y Valencia, caso de Nicolás de Bussy o Antonio Aliprandi- y su gusto por la observación directa del natural y por el estudio de dibujos y grabados.

Su forma serpentinata articula el pequeño cuerpo, de perfectas proporciones y cuidado estudio del movimiento corporal, dándole un fuerte sello naturalista. Una hermosa talla en madera con una magnífica policromía reflejada en las carnaciones que suponemos se deben a su hermano Patricio Salzillo, experto en estos menesteres, igual que su hermana Inés lo fue del dorado y estofado.

La gran demanda de obras que tenía Salzillo promovió la creación de un gran obrador, y en este sentido, hay numerosas obras designadas como "de taller" en las que trabajaron sus hermanos y otros discípulos y colaboradores con la colaboración de Francisco. Ahora bien, por el alto grado de calidad de esta imagen, Pellicer y Rocher cree que la mano del maestro es incuestionable y que el Niño del Pesebre es "hermano" de los angelitos de la famosa Dolorosa que se exponen separadamente en el Museo Salzillo de Murcia.