PIEDAD
JIŘÍ ANTONÍN HEINZ

13/11/2022


 

 

Esta Piedad fue realizada por el escultor Jiří Antonín Heinz (Svitavy, 1698 - Znojmo, 1759) para el complejo monacal de Svatý Kopeček, situado a siete kilómetros de la ciudad checa de Olomouc, regido por la orden de canónigos premostratenses, también llamados mostenses y norbertinos. La figura recibe culto en la llamada Escala Santa, copia de los escalones de Roma sobre los que se dice caminó Cristo, en unas dependencias barrocas construidas entre los años 1720 y 1732 cuyo diseño se atribuye al arquitecto Domenico Martinelli. Las pinturas que decoran las mismas se deben a Baldassare Fontana, y las esculturas a Jiří Antonín Heinz (más conocido en Europa occidental por Georg Anton Heintz) y Josef Winterhalder.

La actividad de Heinz se localiza en el centro y en el norte de la región checa de Moravia. Nuevamente nos encontramos en esta Piedad de tamaño natural con una obra en la que el autor refleja su tragedia personal aprovechando tan dramático pasaje, pues Heinz tuvo que afrontar los fallecimientos de sus tres esposas y de sus hijos. Esto explica su carácter complicado y temperamental durante mucho tiempo, lo que se tradujo en un menor número de encargos recibidos en comparación con otros artistas del entorno.

Tallada en madera de tilo, la estatua muestra a María al borde del desmayo por el dolor mientras sostiene en su regazo el cuerpo de Jesús, cuyo rictus está también muy dolorido. La desgarrada composición, sobre una peana que imita un montículo de piedras, muestra numerosas peculiaridades, como el violento escorzo de la Virgen (que casi imposibilita la visión frontal de su rostro), su mano reposando sobre el rehundido vientre de Jesús o la figura del apóstol Juan llorando a su lado, con media cara tapada por el pañuelo para secar su llanto. Aunque cumple con su papel de sostén y consuelo de la madre del maestro, el santo adopta una postura más reservada a la Magdalena y otras de las santas mujeres del duelo; quizás en este caso por las anteriores circunstancias de Heinz, quien quiso reflejar en el joven varón su pesar como padre y esposo.

Muy peculiar es también la historia material de la imagen, considerada una de las obras cumbres de la escultura barroca centroeuropea. Pesa 160 kilogramos y está formada por unas 70 piezas ensambladas de madera. Su policromía estuvo a punto de desaparecer por los numerosos repintes sufridos, sobre todo en el siglo XX cuando recibió capas de pintura sintética blanca, seguramente por asimilarla a las figuras de estuco tan comunes en la zona. Consta también la gran veneración que tiene desde hace siglos, pues entre una cavidad interna y los redondeados pliegues han sido encontradas muchas hojas con rezos y peticiones, las más antiguas del XIX. Pero lo más curioso es que los fieles escribían directamente sus oraciones directamente sobre la talla y hasta prendían velas en ella, lo que provocó daños como la pérdida de cinco de los dedos del Cristo al quemarse.

Después de tres años de intervención, el restaurador Radomír Surma devolvió a la imagen su aspecto original. Para ello tuvo que desmontarla parcialmente y volver a montar todas las piezas extraídas, resanar los ensambles, eliminar los repintes y reconstruir la policromía original, prácticamente perdida tras las citadas modificaciones. Esto último requirió un exhaustivo estudio de los restos conservados para saber qué pigmentos y técnicas usaba Heinz y recuperar así lo más exactamente posible los tonos barrocos originales.

A raíz de la restauración Surma averiguó que la Piedad había sido lavada a fondo con agua en varias ocasiones, algo que contribuyó a que llegase casi despintada, y consideró "un milagro increíble" que la escultura y el monasterio no se incendiaran al usar en el pasado los creyentes la imagen como una especie de "gran candelabro". Pese a al estado de la pieza, Surma descubrió un hallazgo excepcional: la firma del autor, que siguiendo el ejemplo de Miguel Ángel, dejó su nombre en la planta de uno de los pies del Cristo.

Probablemente Heinz entró en contacto con influencias extranjeras y tendencias del barroco tardío durante al menos un viaje como oficial del famoso escultor Matyáš Bernard Braun. Antes Heinz había recibido formación en el obrador del tallista y escultor Jan Sturmer. La influencia del escultor Balthasar Permoser también es evidente, sobre todo en los rostros de dolor de esta Piedad.

Tres veces viudo y sin hijos, Jiří Antonín Heinz ingresó en 1753 en el monasterio dominico de Znojmo, llegando a convertirse incluso dos años más tarde en hermano lego. Los últimos seis años de su vida los dedicó a la creación de esculturas para la iglesia de dicho cenobio, en el que finalmente logró la moderación de su naturaleza violenta y la reconciliación espiritual. Ello también se evidencia en el hecho de que los dominicos lo tuviesen en alta estima y, al fallecer, sepultaran sus restos en la cripta del templo del monasterio. 

 

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