Esta magnífica escultura de San José fue concebida originalmente por el famoso escultor e imaginero Francisco Salzillo y Alcaraz (Murcia, 1707-1783) para sostener sobre su brazo izquierdo una pequeña figura de Jesús Niño, que actualmente le falta. Los retratos de San José como patriarca, custodio y protector de Cristo durante su infancia, tanto pintados como esculpidos en este caso, fueron un tema muy popular en la ciudad de Murcia durante los siglos XVII y XVIII, al igual que ocurría en el resto de España.

San José, de pie, con la oscura cabellera larga y rizada al igual que la barba, de rosácea policromía muy realista, aparece ataviado con túnica azul y oro, estofada en un estilo típico de principios del XVIII, al igual que el manto, de color marrón rojizo en este caso y también ricamente estofado, recogido sobre su brazo derecho. Tanto la policromía como la pintura y el dorado de los elaborados ropajes son, en su mayoría, originales. La expresión del santo es ausente, rozando incluso la melancolía, quizás por la inquietud ante el destino de su hijo o por hallarse absorto ante la divina majestad que supone la presencia del Niño Dios.

La presente obra, de tamaño casi natural (mide 145 cm de altura), forma parte de la extensa e interesante colección de arte español que posee el Museo Victoria y Alberto de Londres. Fotografías tomadas de la misma en el año 1956 evidencian que hoy carece también de su mano derecha. Por la posición de sus dedos, esa mano seguramente sostendría una vara florecida cincelada en orfebrería, un atributo con base apócrifa según la cual constituyó el medio por el que Dios escogió al santo para ser el esposo de la Virgen María.

Como iconografía independiente, San José no adquiere un protagonismo exclusivo hasta el siglo XVI, pero esto no quiere decir que, aunque bastante escasas, no existan piezas anteriores a dicho momento. Esta de Salzillo, realizada hacia 1760-1770, posee el impactante naturalismo del artista, irrepetible según muchos expertos, cuya pretensión era siempre despertar la piedad y la emoción en los fieles. Las pestañas superiores de pelo natural realzan los ya de por sí grandes y expresivos ojos de cristal, que también parecen ser los originales.