BENITO DE HITA Y CASTILLO. TRICENTENARIO (VI)
ATADO A LA COLUMNA

Con información de José Roda Peña


 

 

 

El retablo rocalla del Cristo Atado a la Columna del municipio sevillano de Utrera, en madera sin policromar y articulado en un solo cuerpo y tres calles, se halla en la nave de la epístola de la Parroquia de Santa María de la Mesa. Comprende las magníficas esculturas del Cristo Atado a la Columna, Santa María Magdalena, San Juan Evangelista, cuatro ángeles pasionarios y la Santa Mujer Verónica en el ático, así como los retratos en relieve de San Jerónimo y Santa Bárbara; todo ello también sin policromar a excepción del titular, cuyos ojos son de cristal al igual que los santos de bulto redondo que figuran en el retablo.

El conjunto fue relacionado con Julián Jiménez (o Ximénez) y Benito de Hita y Castillo -colaboradores habituales y autores de la talla y los trabajos escultóricos, respectivamente- por el historiador Fernando Quiles García, quien, aportando documentación del Archivo Histórico Provincial relacionada con su hechura y los pormenores del retablo, catalogó la obra entre los años 1759 y 1760. Hasta entonces las figuras estaban relacionadas por José González Isidoro con el círculo de Hita; a excepción del titular, cuya ejecución atribuía José Hernández Díaz al utrerano Francisco Antonio Ruiz Gijón.

El Atado a la Columna de Utrera es el titular de la cofradía de los Aceituneros, a la que en 1960 el párroco Miguel Román Castellano cede en depósito dicha imagen y su altar, así como una Dolorosa policromada, talla completa de busto, que recibía culto en su altar, identificada también como obra de Hita.

A diferencia del Cristo Atado a la Columna que se venera en la Capilla de los Dolores de Icod de los Vinos, atribuido también a Hita, el de Utrera muestra una concepción más vertical y vigorosa, muy cercana al Señor de la Caída de Santa Cruz de La Palma, al que Fernando Quiles también se remite al guardar ambos un gran parecido en el semblante; caracterizado por las cejas finas, las pronunciadas ojeras, la nariz hebraica, una barba bífida pero abultada y unos labios muy abiertos, en señal de emitir un lamento de dolor.

Asimismo, son algo menos dramáticas las laceraciones en la espalda que las de la talla de Icod de los Vinos -si bien en ambos casos la encarnadura aparece sanguinolenta, alcanzando las salpicaduras y los regueros a los pliegues del paño de pureza- y la columna a la que se abraza el Cristo utrerano es alta, de tipo toscano y dispuesta al lado izquierdo, siguiendo el modelo iconográfico habitual durante el Gótico y el Renacimiento.

 

 
 

 

En 2009, a raíz de su exhibición un año antes en la muestra onubense de Andalucía Barroca (ver enlace), el historiador hispalense José Roda Peña relacionó con Hita otro simulacro de Jesús Atado a la Columna. Se trata de uno de los primitivos titulares de la cofradía sevillana de las Cigarreras que, desde el año 1916, recibe culto en la Parroquia de Santiago Apóstol, del municipio onubense de Hinojos (imágenes inferiores).

Esta obra formaba grupo en Sevilla con otra escultura de San Pedro arrepentido, respondiendo a una iconografía de origen literario bajomedieval pero desarrollada plásticamente a partir de la Contrarreforma, que estuvo más extendida por el antiguo reino de Sevilla de lo que en principio pudiéramos pensar. Se desconoce el paradero de esta imagen de San Pedro, que seguramente estaría arrodillado y con las manos entrelazadas a la izquierda del Flagelado, intercambiándose las miradas, de manera que ahora la inclinación y el giro de la cabeza del Señor, y hasta la expresividad de su rostro, impregnado de tristeza y compasión, parecen cobrar un nuevo sentido al pensar en aquel interlocutor, hoy reemplazado por el fiel que se sitúa a sus plantas.

La atribución de Roda Peña se apoya en la comparación morfológica de los rasgos faciales de la talla de Hinojos con los que ofrecen los rostros del Jesús de la Caída de Santa Cruz de La Palma y el propio Flagelado de Utrera, observándose una caracterización física muy similar y unos recursos que inciden en su doliente expresividad, caso del trazado fruncido de las cejas, la caída entornada de sus ojos y la emotiva tristeza que emana de sus labios entreabiertos. No menos concluyente es el tratamiento de la cabellera, con algunas crenchas cayendo sueltas con marcado ritmo ondeante y su habitual técnica de talla abiselada con que se remarcan sus alongadas hebras, algo que encontramos asimismo en los dos Cristos ya mencionados de Santa Cruz de La Palma y Utrera, o en el San Juan Evangelista de la cofradía hispalense de la Amargura.

Por lo demás, el Atado a la Columna de Hinojos presenta el cuerpo inclinado hacia delante, el torso girado a la derecha y las piernas abiertas en ángulo casi recto para lograr la precisa estabilidad que le impone su forzada postura de amarrado a una columna. Las líneas divergentes que marcan la cabeza y los brazos terminan por imprimir mesurada dinamicidad a una escultura de acabado naturalismo anatómico y tintes dramáticos en la recreación de heridas y traumatismos, más feroces en la espalda y en la zona lateral izquierda del tronco.

 

 
     
     
 

 

Fotografías de Encarna Hurtado (Utrera) y Sergio Cabaco (Hinojos)

 

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FUENTES: Con información de Jesús Abades. RODA PEÑA, José. "Nuevas atribuciones al escultor Benito de Hita y Castillo en el tercer centenario de su nacimiento", artículo publicado en Laboratorio de Arte, nº 26, Sevilla, 2014, pp. 172-177; QUILES GARCÍA, Fernando. "Una nueva obra de Julián Jiménez y de Benito de Hita y Castillo", artículo publicado en Boletín de Arte, nº 11, Málaga, 1990, pp. 153-158.

 

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