El autor

Toda una institución en el gremio, Juan Manuel Miñarro (Sevilla, 1954) comenzó su formación en 1973; aunque no esculpió su primera efigie hasta once años más tarde, ya que quería tener la preparación adecuada para ello. Y es que la disciplina científica ha sido siempre la directriz de este artista -tiene su explicación, iba para médico o biólogo, lo de Bellas Artes lo decidió dos meses antes de las ciencias puras- que ha hecho del estudio de la escultura un arte, un reto y una pasión tan estimulante como la propia conclusión de la obra.

La obra

Se tituló Santo Cristo de la Universidad por el origen académico de la hermandad cordobesa encargada de su culto. A Miñarro le llevó nueve años de estudio e investigación conseguir una figura que reprodujera fielmente la silueta impresa en la Sábana Santa de Turín. No fue el primer Crucificado en plasmar literalmente los estudios de la Síndone, pero sí el primero que se desvinculó del contexto puramente científico y divulgativo para entrar en el terreno de la devoción pública, lo cual se hizo a través de las procesiones penitenciales de Córdoba.

El proyecto

La Sábana Santa, reliquia para unos y patraña para otros, ha sido una de las fijaciones de Miñarro. Aparte de su historia personal con lo que considera un verdadero documento histórico de la Pasión de Cristo, es un tema al que también se ha acercado en calidad de científico; de hecho, es miembro del equipo de investigación del Centro de Sindonología y ha relacionado el lienzo con el Sudario de Oviedo en base a sus deducciones. Al no haber rastro de sudario en la Síndone, para la obra premiada el autor se inspiró en el del Cachorro (Triana).

La acogida

Fue en parte una sorpresa. Miñarro, profesor titular de Escultura en la Universidad hispalense, muestra siempre un estilo recio y distante en sus obras, propio del hieratismo que aún imperó en la escuela de Sevilla durante su primer barroco. Si a ello le unimos, en este caso, que se trata de una obra elitista -en palabras de su autor-, que no deja al azar ninguna de sus innumerables heridas y a la que solo se llega con un conocimiento previo sobre la Sábana Santa y el Sudario de Oviedo, no cabían concesiones a la sensiblería y menos al aplauso fácil.

La opinión del experto

También causó sorpresa la elección a cargo de José Carlos Pérez Morales, amigo y colaborador habitual del portal, quien eligió un pequeño San Juan Evangelista labrado para la devoción privada por el sevillano Álvaro Abrines, interesante artista que no goza de la debida valoración. Este año marcamos un punto de inflexión al establecer un número limitado de 50 esculturas -flexible 10 más o 10 menos- en una selección de obras que contó con creaciones de Duarte, Jaime Babío, Yuste o Manuel Carmona, entre muchas otras igual de atractivas.